La filosofía anti-edad engloba el cuidado dermatológico, la alimentación, el ejercicio físico y, en general, el modo de afrontar y entender la vida. El elixir de juventud ha sido motivo de búsqueda a lo largo de la historia de la humanidad, sin resultados óptimos. A pesar de los avances, hoy en día aún desconocemos la «receta» contra el paso del tiempo, pero se han descubierto algunos factores que ayudan a ralentizar el proceso.
Luchar contra el paso del tiempo parece ser una tarea complicada. El envejecimiento es un proceso fisiológico inevitable, propio de todo ser vivo que consiste en un descenso del rendimiento biológico. La causa del envejecimiento es todavía motivo de discusión. Existen variadas teorías sobre porqué y cómo se produce el envejecimiento. Entre ellas las teorías genéticas que promulgan que este proceso está controlado y determinado previamente en cada individuo; y las teorías ambientales, que consideran que el envejecimiento es consecuencia de la acción de acumulación de agresiones que puede producirse en mayor o menor número e intensidad y que son modificables. Tanto una como otra tienen parte de razón.
La velocidad con que se produce el envejecimiento es diferente en cada individuo y no es exclusivamente un reflejo de la edad cronológica, sino que intervienen otros factores además de la carga genética, como los hábitos de vida.
«La parte genética nunca va a superar el 40% del total. El 60% restante tiene que ver con la forma de vida: alimentación, ejercicio y hábitos, factores en los que sí se puede intervenir para ralentizar el envejecimiento.» Según los expertos, «el envejecimiento es un proceso de oxidación. Una parte del oxígeno que respiramos (2% aproximadamente) se escapa de las vías generales de formación de energía y da lugar a los radicales libres que nos van oxidando poco a poco». Durante la juventud, nuestro cuerpo se defiende de manera efectiva gracias a los antioxidantes pero con la edad los antioxidantes se van reduciendo y los radicales libres tienen mayor facilidad para acometer acciones agresivas. La oxidación por los radicales libres puede considerarse un factor intrínseco, porque es el propio cuerpo el que los origina pero también existen factores extrínsecos como la huella de alguna enfermedad, la alimentación y el tipo de vida que aceleran el proceso.
Los especialistas dicen que es prioritario que la medicina actual se dirija a prevenir algunas de las manifestaciones asociadas al envejecimiento con el fin de retrasar el deterioro que sufren las funciones fisiológicas y la aparición de enfermedades. Con este objetivo, en los países desarrollados, se han puesto en marcha Unidades Antienvejecimiento en las que se lleva a cabo un estudio completo de aquellos factores que influyen notablemente en el proceso de envejecimiento, y que son responsables, directa o indirectamente, de la mayor o menor velocidad con la que se produce este deterioro. Esto incluye desde pruebas físicas y de composición corporal, hasta hábitos dietéticos y de ejercicio físico, pasando por estudios psicológicos. Teniendo en cuenta todos estos aspectos se establecen las bases del tratamiento antienvejecimiento.
Sirva como adelanto que, a partir de la edad biológica, se recomienda un tratamiento basado en una dieta equilibrada, ejercicio físico y un aporte de suplementos alimenticios ricos en moléculas antioxidantes. Con estas pautas se consigue estimular el sistema inmunitario y enlentecer el envejecimiento.
Por tanto, cuanto antes se tomen medidas mejor. Es recomendable comenzar a una edad temprana porque esta medicina preventiva no trata exclusivamente a ancianos, sino a personas sanas y jóvenes. No obstante, la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y Longevidad (SEMAL) aclara que la medicina anti edad no sólo busca aumentar la longevidad sino fundamentalmente mejorar la calidad de vida de las personas, evitando futuras patologías.
La clave de la actividad física
El ejercicio físico moderado y realizado correctamente es una gran arma contra el envejecimiento. Según revelan los estudios, estimula la síntesis de antioxidantes por parte del organismo que servirán de defensa contra los radicales libres. Se trata de realizar un ejercicio moderado, sin llegar al punto de dejar a la persona exhausta.
Para que el ejercicio sea eficaz en este sentido, es necesario practicarlo de forma regular y con una intensidad adecuada según la capacidad física y edad de cada persona. En principio, el ejercicio aeróbico (andar, correr, montar en bicicleta) es más beneficioso que el anaeróbico o de fuerza; pero lo cierto es que el programa ideal debe incorporar “una combinación de los dos, con un 70% de aeróbico y un 30% de anaeróbico”, aconsejan los especialistas. Como mínimo se deben dedicar 30 minutos casi diarios a cualquier actividad física y a ser posible una hora.
El ejercicio como tratamiento contra el antienvejecimiento
Según argumentaban los expertos «potenciar un buen estado de forma física constituye la mejor medicina hoy disponible para luchar contra el inexorable proceso de envejecimiento». Un estudio del King’s College London (Reino Unido) decía que los adultos que realizan actividad física regular son biológicamente más jóvenes que los sedentarios. Llegaron a esta conclusión al comprobar que los telómeros (estructuras del cromosoma, implicado en numerosas funciones celulares, especialmente las relacionadas con la duración de la vida) son más cortos en aquellas personas sedentarias. Con la edad disminuye su longitud, pero lo hace más deprisa aún en individuos que no practican ejercicio. La investigación reveló que los telómeros de las personas más activas físicamente tenían la misma longitud que los individuos sedentarios con 10 años menos de media.
Ahora bien, si te decides a practicar alguna actividad fisica, recuerda estos consejos que te ayudarán a disfrutar de los beneficios antiedad del ejercicio:
- Si nunca antes habías hecho ejercicio y tienes más de 35-40 años, es recomendable realizarse una revisión general, con especial hincapié en su estado cardiovascular.
- Antes de comenzar cualquier actividad, dedica 5 minutos como mínimo a calentar y estirar los músculos; de este modo, pondrás el organismo a punto.
- Al acabar, también hay que estirar para relajar los músculos.
- El ejercicio debe realizarse en un espacio correctamente ventilado y a una temperatura agradable.
- Es aconsejable que la última comida antes del ejercicio sea suave, digestiva y que contenga alimentos ricos en hidratos de carbono.
- Hidratarse adecuadamente antes, durante y después del ejercicio para recuperar los liquidas y minerales que se pierden a través del sudor.
- Se debe acabar el ejercicio con una sensación de cansancio normal. La extenuación, dolor o malestar son indicativos de que el ejercicio ha sido inadecuado o excesivo.
Aquellas personas que se dediquen al deporte de manera más intensa, deben tener en cuenta que necesitan ingerir mayor cantidad de antioxidantes para compensar los radicales libres que se forman. Muchos deportistas optan por tomar complementos con antioxidantes. En este caso se recomienda ingerirlos horas antes de una competición para contrarrestar la gran producción de radicales libres debida al gran esfuerzo físico, pero lo desaprueba en la época de entrenamiento porque reduce el efecto beneficioso del entrenamiento sobre el desarrollo muscular, que necesita de la formación de pequeñas cantidades de radicales libres para estimular el proceso de crecimiento muscular.
Tu piel en forma
La piel es el órgano externo que protege nuestro cuerpo y que está en contacto permanente con la contaminación, los cambios de temperatura, la humedad ambiental, los virus … y otras muchas actores agresivos medioambientales. Con los años, la actividad de las células se vuelve más lenta y pierden efectividad frente a la acción de los radicales libres, dejando paso a las arrugas, flacidez, manchas … etc.
El ritmo de envejecimiento de todo el cuerpo y, por tanto, también de la piel dependerá, entre otros factores, del ejercicio y la dieta. Practicar alguna actividad y decantarse por una alimentación equilibrada se reflejará en tu piel, pero es imprescindible que tanto ejercicio como dieta se adapten a cada etapa de la vida.