Es la segunda causa de ceguera en los países desarrollados. Sin embargo, hasta el 90% de los casos de pérdida de visión podrían evitarse si el glaucoma se detectase precozmente. Por eso es esencial no descuidar los controles oftalmológicos.
Muchos creen que el glaucoma es una enfermedad de personas mayores. Sin embargo, la realidad es que puede empezar a desarrollarse a partir de los 40 años sin que la persona lo perciba, puesto que en sus primeras fases no suele dar síntomas. Por ello, a partir de esa edad no hay que bajarla guardia. Ten en cuenta que más de medio millón de personas lo padecen y que, según la Asociación de Glaucoma para Afectados y Familiares, hasta un 90% de los casos de ceguera provocados por esta patología podrían evitarse mediante un diagnóstico precoz.
¿Qué es el glaucoma? ¿Tienes riesgo de sufrirlo?
Esta enfermedad va deteriorando poco a poco el nervio óptico, que es el encargado de llevarla información del ojo hasta el cerebro. En la mayoría de los casos lo que termina por dañar el nervio es un bloqueo en el sistema de drenaje del ojo que hace que el fluido intraocular (el humor acuoso) se acumule y lo presione. La tensión intraocular afecta pero no es determinante. Aunque el factor de riesgo principal del glaucoma es que la presión intraocular (PIO) esté alta, hay personas con PIO “normal” que también pueden sufrirlo por distintas causas. Los factores que pueden predisponer a sufrirla son tener más de cuarenta años, miopía, con antecedentes familiares, hipertensión arterial, diabetes y enfermedades cardiovasculares. No se desarrolla por leer mucho o con poca luz ni por usar lentes de contacto, según constata la Glaucoma Research Foundation.
Los controles periódicos son tu mejor opción
El glaucoma “roba” visión al ojo de forma gradual, aunque en buena parte de los casos los afectados no lo notan hasta entrar en fases avanzadas de la enfermedad, cuando habitualmente ven las cosas como “a través de un túnel». Así pues, para prevenir, la única opción es no saltarse la revisión oftalmológica. Las técnicas actuales permiten diagnosticar la enfermedad precozmente.
Nuevos tomógrafos más eficaces. Estos aparatos que permiten el estudio del nervio óptico y la capa de fibras nerviosas de la retina han ido mejorando sus prestaciones y ahora permiten detectar el daño estructural de forma más precoz.
Así se evita su avance y se trata el problema
Las personas que sufren glaucoma pueden evitarla progresión de la enfermedad siguiendo los consejos del especialista. Ayuda seguir una dieta rica en antioxidantes naturales, y si hay una carencia, incluso tomar determinados suplementos dietéticos (siempre bajo supervisión médica). Pero también existen tratamientos que tienen como objetivo aumentar el drenaje del ojo o disminuir la producción de humor acuoso. Hay varias alternativas:
Colirios. Resultan básicos y se aplican dos o tres veces al día en función de lo que determine el oftalmólogo. A Pequeñas intervenciones. Se puede inyectar un tratamiento farmacológico hipotensor en el interior del globo ocular o usar un láser para reducirla presión y permitir el drenaje (aunque el efecto desaparece tras unos años).
Lo último en cirugía son los micro-implantes de válvulas, que favorecen la filtración del humor acuoso. Se recurre a ello cuando otras soluciones no han dado resultado.
¿Qué puede hacer un paciente diagnosticado de glaucoma para frenar su evolución?
Debe realizar los controles indicados, seguir el tratamiento escrupulosamente y llevar unos hábitos saludables como dejar de fumar, practicar ejercicio de forma regular y seguir una dieta mediterránea, rica en antioxidantes naturales, vitaminas, magnesio y ácidos grasos omega3 y omega6, para combatir el efecto oxidativo del glaucoma.