Al parecer tenemos un problemilla relacionado con tu oído ¿puede ser? Pues no te preocupes con que te hagan una audiometría; esta prueba, es muy sencilla y no provoca ningún tipo de molestia su realización. Vamos a hablar un poco de ella para que sepas de que se trata, cómo se realiza y para qué sirve.
La audiometría es una prueba que permite evaluar la capacidad de percibir sonidos. Básicamente la idea es enviar unos sonidos de una determinada frecuencia a los oídos y registrar si son percibidos o no. Existen diferentes pruebas basadas en este principio con la que se obtiene distinta información que nos permite conocer como oye una persona. Toda la información se representa en una gráfica llamada audiograma.
¿En qué consiste? Lo más habitual es que te sitúen en una cabina (para que estés en un ambiente lo menos ruidoso posible), sentado y con unos auriculares. A través de ellos podrás oír las indicaciones que nos irán dando para realizar las pruebas y también los “pitidos” que te irán presentando. Para poder confirmar que hemos oído el estímulo dispondremos de un pulsador o avisaremos levantando la mano o por medio de cualquier otra señal. ¡Ah! la cabina tiene una ventana por la que podréis veros el examinador y tu, no estarás encerrado…
¿Cómo se realiza? Existen diferentes tipos de audiometrías, la más habitual es aquella que intenta localizar cuales son los sonidos más flojos que somos capaces de percibir. Primero en un oído y después en el otro oiremos un sonido de una frecuencia determinada, si a ese volumen lo conseguimos oír nos presentarán el mismo sonido más flojo hasta que no lo oigamos, todo esto se realiza gracias a un equipo llamado audiómetro. De esta manera el examinador conocerá a qué volumen (que se mide en decibelios, dB) empezamos a oír ese sonido. Una vez conocido ese dato se nos presentará otro sonido diferente con el mismo procedimiento, lo oiremos, luego más bajo, más bajo… hasta que dejemos de oírlo. Esta prueba se repite para varias frecuencias que incluyen sonidos desde los graves hasta los agudos. Una vez se ha realizado la prueba en un oído se realizará en el otro.
Otra de las pruebas que se puede realizar se centra en los sonidos mas altos en volumen. La idea es conocer a qué volumen para cada uno de los sonidos nos parece que el sonido es demasiado fuerte. Es el llamado umbral de disconfort. En esta prueba no se busca el dolor, ni la molestia inaguantable, se busca saber en qué momento un sonido pasa de sentirse alto a ser, al menos, incómodo.
Estas dos pruebas como ya hemos comentado se realizan a través de los auriculares, son las llamadas audiometrías por vía aérea, pero además existe otra prueba, la audiometría ósea en la que utiliza una especie de diadema que envía el estímulo a través de vibraciones. La diadema, que no genera ningún tipo de molestia, se apoya justo detrás de las oreja sobre la piel dejando libre el canal auditivo. El principio es el mismo, oiremos sonidos (primero en un oído y luego en el otro), pero estos sonidos llegarán hasta nosotros transmitiéndose a través de nuestro cráneo. Este principio es el que hace que cuando oímos nuestra voz grabada no nos parezca nuestra. Cuando hablamos percibimos los sonidos que emitimos a través de la vía aérea (orejas) como de la ósea (cráneo) mientras que en una grabación solo recibimos la parte aérea. Curioso ¿no?
Todas estas pruebas utilizan como estímulos sonidos puros pero también existe otra audiometría que se realiza utilizando como estímulos palabras, pero de esta prueba hablaremos en otro momento. Recuerda, la audiometría es una prueba muy sencilla y que no genera ninguna molestia, solo hace falta un poco de colaboración por tu parte y en unos minutos se obtiene una valiosa información de tu estado auditivo.
Por cierto, ¿cuanto tiempo hace que no te revisas tu audición?