Destaca por su dualidad, aparte de ser una vitamina es antioxidante. Entre sus funciones, la vitamina E es un potente oxidante de las membranas celulares de todo el organismo, en especial de las células musculares. Por su acción oxidante, al neutralizar los radicales libres generados durante el proceso de respiración y evitar la oxidación de las células, proteinas, lípidos y material genético y desarrollo de las enfermedades degenerativas, cardiovasculares o cáncer.
La falta de vitamina E puede provar degeneración muscular, anemias y trastornos neurológicos o de la reproducción. Un aporte adecuado de vitamina E, por complejos mecanismos metabólicos, reduce la necesidad de vitamia A y favorece la acción antioxidante de los beta-carotenos y la vitamina C.
Además de ser un potente antioxidante, la vitamia E impide la formación de peróxidos (radicales libres) durante el metabolismo de los ácidos grasos poliinsaturados. Otra de sus cualidades sobresalientes es el aumento de la resistencia del sistema inmunológico, como han constatado diversos ensayos clinicos tras administrar sus suplementos.
Las necesidades diarias de vitamina E en los adultos oscilan de 10 a 12 mg. Esta cantidad se culcula en unas diez cucharadas de aceite de oliva, en dos de aceite de girasol o en dos puñados (50 gramos) de almendras o avellanas.