¿Qué quiere decir esta extraña palabra? Para dar respuesta a la pregunta nos tenemos que ir a los orígenes griegos de la raíz “matema” que quiere decir aprender. Por tanto, matemafobia lo podemos aplicar en dos sentidos, al temor a aprender y al miedo a las matemáticas.
Cuando los niños comienzan la escuela están todos atraídos positivamente hacia las matemáticas, sin embargo entre la población adulta encontramos miedo y frustración con todo lo relacionado con las matemáticas.
Vamos a ver qué pasa para que ocurra este proceso. Cuando se comienza el aprendizaje de matemáticas se produce una dicotomía: gente lista – gente tonta. Aquellos que no son capaces de superar un problema pasan a la categoría gente tonta. De esta categoría nace una identidad con la que nos asociamos, en ella nos repetimos creencias como: “no soy bueno con las matemáticas”, “no valgo”, “soy tonto”… Cuando ha podido ser una cosa circunstancial por tener un mal día, estar nervioso o no haber entendido bien la lección.
Estas creencias nos las vamos repitiendo cada vez que nos enfrentamos a las matemáticas de manera que las reforzamos y convertimos a los números poco a poco en un tabú. Este hecho puede llegar a incapacitarnos ya que puede que dejemos de estudiar ciertas profesiones por miedo a enfrentarnos de nuevo con las operaciones matemáticas cuando puede que fueran realmente nuestra vocación.
Por lo tanto, debemos tener cuidado a la hora de reflejar nuestras creencias matemáticas en los más pequeños. Hay que intentar romper esa dicotomía para que las vean realmente como lo hacían antes de que entre ellos y los números se interpusieran los adultos.