Desde la infancia muchos han recibido el mensaje de que debían actuar con la cabeza, no con el corazón, y por tanto, se debía dejar de lado el aspecto emocional. Esto acarrea que con el paso de los años, se llega a la edad adulta con un nulo aprendizaje en lo que a expresar emociones respecta. En ocasiones no hace falta llegar a la edad adulta, nos encontramos con problemas relacionados ya en la infancia y adolescencia.
Puede que nos despertemos un día y nos descubrimos con malestar, ansiedad, depresión, conductas desadaptativas… buscamos ayuda y la solución es, debes expresar cómo te sientes.
Una solución sin duda, pero, ¿cómo hacerlo? Puede que nunca le hayan enseñado y no sepa por dónde empezar a hacerlo.
En primer lugar es importante que identifiquemos la emoción cuando aparece.
Miedo: relacionado con las fobias y la ansiedad, una emoción dominada por el temor y/o terror y la sensación de una falta de control.
Sorpresa: Se produce cuando aparece un estímulo novedoso que no esperábamos y hace que entremos en un momento de incertidumbre que nos inquieta.
Aversión/Asco: Sentimos la necesidad de alejarnos de algo que nos resulta desagradable y nos causa repulsión.
Ira: Emoción conectada con la hostilidad y que puede ir acompañada de una respuesta agresiva. Se focaliza toda nuestra atención en aquello que nos parece injusto o nos frustra.
Alegría: Interpretación positiva de aquello que nos sucede, se suele relacionar con la consecución de objetivos y metas.
Tristeza: Pérdida de energía producida por un estímulo que nos resulta doloroso, como puede ser un duelo o la no consecución de objetivos que nos habíamos marcado.
Una vez sabemos cuál es la emoción que estamos sintiendo sería importante enfrentarla y no poner parches mientras seguimos con nuestra vida como si nada hubiera pasado.
Por ejemplo, si estoy triste porque ha fallecido alguien cercano lo más aconsejable es que llore, que me deje embargar por la emoción de la tristeza. Pues las emociones no se olvidan, y si intento hacer creer, tanto al mundo como a uno mismo, que soy una persona fuerte y que no me vengo abajo, tarde o temprano esta situación de no haber estado triste traerá consecuencias mucho más difíciles de reconocer y de tratar.
Las emociones son las que orientan nuestra conducta, por tanto, es de vital importancia que sepamos cómo actúan sobre nosotros y las conozcamos para tratar con ellas.